Wednesday, February 01, 2006

Hermanitas de la misericordia

Concibo cada día como el anuncio de la venida del mesías.

Hoy llegará y sí. Será diferente. Actividad, explosión, generación, creatividad. Haré algo que merezca la pena. Me lo dicta el entusiasmo. Por que no es normal tanta energía a las siete de la mañana... desperezarse, levantarse acurrucada en una manta contra el frío, café y más de cuatro cigarros cuando acabo de recuperar la respiración consciente, mimos al gato, quiero y puedo, contacto con la realidad que ayer se me escapó, superacción mental, jugárselo a más de una opción, ducha, previsiones, planes, anticipos, llamadas, plancha.... y el resto del tiempo se desliza según predije mientras giraba la llave por cuarta vez.

Así son los inicios diarios de Sísifo. Que la piedra la cargue otro (bendita la madre de todas las cargas) que bastante tengo con las obligaciones autoimpuestas. De financiación, de alimentación, de pensamiento..... principios de renegada católica apostólica en un sacrificio superior pero entregada a la fé cotidiana de avanzar. Para adelante, aunque sea hacia atrás. Por exceso, carencia o medida cierta. Sofá versus calle. Da igual. En los días de la anunciación, son ellos los que giran y no yo, que poseo la ficción de creer, convencer, vender. La perpetua dicotomía. El hartazgo de tener que gestionar el tiempo, la lucidez, el dinero, las conversaciones, los cafés, las reacciones, las invitaciones, las músicas.... y la euforia del engaño de quien lo consigue.

A esto se reduce la divinidad?

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