Mario perseguía su cielo. La combinación perfecta, con toda la exigencia del término, de luz, color, disposición de los elementos, expresividad, contrastes, receptividad... a cientos de kilómetros de distancia pero simulando estar ahí, al alcalnce de la mano. La mejor ficción es la que presume de ser asequible.
Él no sabía si sería un cielo completamente despejado, apenas con un haz de blanco, una almohada de colores o la materialización de todas las amenazas, divinas y terrenales. Uno estrellado, recién nacido, vengativo. No lo sabía, por eso lo perseguía y pretendía fotografiarlo. Captar su esencia y perpetuar ese juego exacto de reflejos, de metáforas.
He conocido a personas con deseos más triviales, como que le expliquen de una vez por todas la teoría de la relatividad o que la dimensión del piso encaje con la de la cuenta bancaria. Sé que ellos lo conseguirán, antes o después, con más o menos esfuerzo. Pero Mario.....
"... sólo triunfan los imbéciles, los que son incapaces de proponerse nada imposible"
Incierta GloriaJoan Sales