Tuesday, July 04, 2006

No contaba con esto

Por no tener raíz, he ido soltando amarras de manera consciente. Tantas, que a veces pierdo la orientación. Sé dónde nací, pero mi tierra es la primera es sorprenderme....y hay tantos cabos sueltos por otros territorios que, de repente, cuando algo me sacude, siento que no he cuidado lo suficiente de los tesoros que me he ido encontrando por el camino.
Y no hablo de las piedras por que a ellas no se las echa de menos... Me refiero a la gente. A las personas que simbolizan todas esas ciudades. Y Valencia se lleva la palma porque, aunque me pese, allí fue donde abrí los ojos. No una, sino varias veces. A golpe de burlas, incomprensión y fuegos artificiales (¿¿qué queda después del deslumbramiento??) pero también de playas, sofás y calles. Allí hubo inadaptación, sí, rechazo y una sensación de saberme extranjera que ya no me he abandonado nunca pero reconozco que también habitan en esa ciudad algunas de las personas que más quiero, que mejor me conocen.
Es el escenario de la adolescencia. De sus balcones a los bancos de la plaza, de las piernas sin depilar al tequila de los sábados, de los pedidos de casamiento a las motos y las primeras escapadas nocturnas .... Valencia es, sobre todo, los primeros pasos pensados y sentidos. La consciencia. Los libros, el contraste entre la falda reglamentaria y la libertad, el fondo de un pasillo. La parada del 27, los carteles reivindicativos, el metro a primera hora de la mañana. Viveros a cualquier hora del día, el Volander en noches de mesa redonda y un mundo a tu disposición desde allí a cualquier lugar.... Es Amparín, Isabel de Aldaya, Cristina de Manises, Raúl, Dani, David.... el piano y el alcalde. Desde entonces y siempre, Cristina y Fernando. El petit comité, que decía Jaime. Vicente y nuestros niños, los izquierdosos de Provincias y muchas canciones.
De repente, Valencia es un mundo. El que siempre he rechazado por lo aparentemente superficial, la cerrazón y el marrón de sus paredes. Pero hoy siento que no he sido muy inteligente. Y me jode que esto pase sólo ahora, pero sé que estoy lejos y sensible. Lo imprescindible para saber que no cuentas y lamentarlo. A la distancia le he añadido desapego. Nada que no quepa en mi mochila roja, como dice Olga. Dichosa mochila roja!!!.Hoy me pesa el egoísmo, por mucho que provenga de un instinto básico de protección. Antes que te duela, duele. Desaparece. Pero hoy también prevalece el ánimo de no perder lo que acabó siendo suma. Es lo que quiero que cuente en mi vida ahora. Es lo que, en definitiva, mueve al ser humano cuando ha tenido una pérdida que le obliga a reexaminar todo lo demás, lo perdido y lo ganado. Lo que queda, después de y a pesar de. Aunque y gracias a.

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