Friday, April 22, 2005

Hoy

La agenda del día. Divido por funciones. Levantarme más temprano, acostarme más tarde, vivir. Y en medio, absurdas obligaciones. Comprar el pan, contar la mejor historia, escuchar algo de música, avanzar, resolver, ejecutar, facturar. Dejo las sonrisas para más tarde, no habrá quien cohiba la necesidad de una caricia, de una palabra que no finja ser lo que no es. No me conoces, yo a ti tampoco es cierto. Perdona, que tengo que ir a buscar los papeles. La mochila roja de caracol.

Wednesday, April 13, 2005

Pregunta

El exceso de velocidad es la mejor excusa para no seguir avanzando

Sunday, April 10, 2005

Melodía

Da igual. Volveré o haré que sucedas, de oeste a sur, siempre al Norte. Buscando. Dudando. Equivocándome hasta en el nombre para empezar, para continuar. No soy más que la voz que suele llegar a destiempo, rutilante, embaucadora. Sabia. Que advierte, que intuye, que guía. No soy más que un acento disfrazado, la admiración por lenguajes que no me pertenecen. Mistura. Devagar. Beijos. Pero sabré cantar. Ahí están las calles para disfrazar cualquier equívoco y los recuentos para reafirmar la disposición. Ahí está la Lisboa que amanece y todas sus otras explicaciones.

Mensajes en la nevera II

SE DETUVO FRENTE AL TIEMPO
Y SALIÓ CORRIENDO
HACIA ATRÁS
HACIA DENTRO

Soledad

La soledad es un raro acompañante. Apaga el despertador, desayuna café con algo de tabaco, se olvida del paraguas si llueve, se agarra a los pies cuando andas y es la voz que va narrando cualquiera de los movimientos que emprendes. Ocupa tu silla, abre los grifos, convoca a todos los fantasmas. No admite citas ni quien la ahuyente. No acepta órdenes ni dictados.
La soledad es un raro acompañante que no ha solicitado tu compañía.

Domingo

Arrancó una hoja de la libreta para decir que había estado aquí. Dejó la silla en mitad del comedor y la revista encima de la ropa tendida. Cambió el orden de los poetas. Empezó una partida de ajedrez moviendo el peón de las negras y echó un vistazo a los periódicos almecenados.
No borró el rastro de sus movimientos.
Tejió la presencia invisible.
Probablemente escuchó algo de música , se observó en el espejo y, cuando llegó a la frontera del tiempo, el fantasma volvió a desaparecer.